Publicado en Levante de Castellón el 1 de febrero de 2018
No todo son malas noticias en
esta España dual que vivimos, donde sempiternamente conviven dos almas muy
distintas y a veces cainitas. Según el barómetro de hábitos de lectura de 2018,
presentado por la Federación de Gremios de Editores de España y el Ministerio
de Cultura, el número de lectores frecuentes que hay en España ha crecido más
de un 2%, situándose en casi el 62% de la población. Claro, habría que saber si
para los editores ese número tiene que ver con quienes compran libros o con los
que lo leen. En cualquier caso, es una buena noticia, porque quien compra acaba
leyendo o regalándolo a alguien que lee.
Y cuando una sociedad lee más, es
más culta y menos susceptible a dejarse engañar. Además, la lectura, es una
fuente increíble de diversión y de vivencias.
Mantener
viva la costumbre de leer es tarea, entre otros actores, de los escritores, de
todos aquellos y aquellas que se lanzan a la aventura de imaginar historias, de
acercarnos un poco al conocimiento, de provocar sensaciones. Y de ello, en
Castellón sabemos mucho, porque hay toda una pléyade de escritores y
escritoras, que en los últimos años están haciendo las delicias de mucha gente, de dentro y de fuera de la
provincia.
Decía
que Castellón está viviendo un momento mágico para la literatura. Se escribe
mucho y bien, casi sin tregua para poder leerlo todo, dada la gran cantidad de
publicaciones que se ofrecen, haciendo que el mundo literario de la provincia
esté muy vivo y muy sano. Premios, certámenes, ciclos, presentaciones,
recitales poéticos, festivales… están presentes casi a diario en la provincia.
Precisamente, ahora en febrero, se pone en marcha la décima edición del
Festival Castelló Negre, que se va a celebrar en varias sedes distribuidas por
distintas localidades de la provincia.
A modo de ejemplo, y sin ser todo lo que se ha editado
por escritores y escritoras castellonenses desde el verano pasado, Maribel Escrig, publicó en septiembre
“La pureza de las mariposas” (1968 Ediciones), un thriller
policiaco con tintes eróticos que forma parte de la trilogía "Las
margaritas blancas". Casi a la vez,
Benjamín Collados, vuelve a
ilustrarnos sobre el mundo de los
Íberos, con la publicación de “Guerreros de Iberia” (La Esfera de los libros), un ensayo
sobre la guerra entre los pueblos prerromanos de la península Ibérica y su
enfrentamiento contra cartagineses y romanos.
En
octubre, Javier García publicó
“Génesis” (Unaria Ediciones), un relato
erótico-romántico, ambientado en los años setenta en La Plana Baja; y González de la Cuesta, “Hotel Voramar”
(Editorial Sargantana), una novela en la que el hotel Voramar se convierte en
el escenario perfecto para una historia que comienza en 1957 y termina en la
actualidad, pasando por la Alemania nazi y el Madrid de los años 50. Roberto Monzó, en noviembre, nos sumerge
en una historia de anónimos mensajes de color azul celeste, que provocan el
caos del receptor y de sus más allegados, con su novela “Azul celeste” (Group
Edition World). Y en poesía, María José
Sangorrín, con su poemario “Lágrimas de mar” (Verba Manent), nos invita a
un viaje onírico, reflejo de la madurez de la mujer, cargado de emociones y
vivencias.
No paran los escritores de
Castellón, y en los próximos meses un buen número de nuevas publicaciones van a
llenar las librerías. Luis Rodríguez
presenta entre febrero y marzo “8.38” (Editorial Candaya), un homenaje a la literatura; una vuelta a la
ficción y a la realidad. En febrero también, Julio Cesar Cano publica su nueva entrega del inspector Monfort
“Flores muertas” (Ediciones Maeva), en
la que de la mano del ya afamado inspector, se dan cita la música y el crimen.
Entre lo
que viene en marzo, también está la
nueva novela de Rául Ariza: “Antes. Entonces, Nunca” (Talentura Libros), memorias de un
hombre obsesionado con su belleza, que nos aproxima al mito de Narciso. Y la
obra ganadora de la I Bienal de Novela AEPC: “Cuando Azota el olvido·” (La
Pajarita Roja) de Juanma Velasco, un
entramado de lujurias y obsesiones, donde afloran algunos de los comportamientos
más oscuros de la condición humana.
Por último, para no hacer la lista interminable, Luis Aleixandre publicará
en abril “Mil ramos de flores no son suficientes” (Unaria Ediciones), novela
donde se narra el viaje de un alcohólico a Valencia en su última fase de
rehabilitación, para intentar recuperar a su mujer y su hija.
No están todos
ni todas, y pido perdón por ello, pero como se puede ver, si la literatura es
una señal de vida, Castellón está más vivo que nunca.
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