Publicado en Levante de Castellón el 21 de diciembre de 2018
Hace unos cuantos días tuve la
satisfacción de encontrarme con uno de esos sitios en los que la literatura
fluye, se respira de una manera mágica y
sencilla. Al igual que en la Cuesta de Moyano de Madrid, con su ya histórica
oferta de libros viejos y usados; el pueblo vallisoletano de Urueña, en donde
todo gira en torno a los libros; o las míticas librerías al aire libre a
orillas del Sena, un grupo de mujeres ha decidido tomar las riendas en el parco
panorama del libro, en esta sociedad de reflexiones en 120 caracteres, y han
fundado en Burriana (Castellón), concretamente en el puerto, una biblioteca que,
no por funcionar gracias al espíritu combativo de sus mantenedoras, deja de ofrecer un servicio bibliográfico de calidad.
La
BiblioPort de Burriana, es un pequeño local situado en el Grao de esta
localidad costera, que con apenas cinco metros cuadrados, es un paraíso para
los amantes a la lectura de los vecinos de la zona. Y funciona. A pesar del
poco apoyo institucional que tiene, funciona gracias a Noelia y África, dos
guerreras de la cultura, que contra viento y marea han puesto sus energías al
servicio de los libros. Estar sentado allí con ellas, rodeado de estanterías
abarrotadas de libros perfectamente organizados y hablando de libros, es un
lujo para cualquier amante de la literatura. Y mientras hablábamos, no paraba
de entrar gente del barrio, a pedir un libro, una recomendación, o a
simplemente saludar. Parece increíble, que un espacio tan reducido pueda tener
esa fuerza casi mágica, de congregar en torno a él a tanta gente que sigue
encontrando en los libros una parte esencial de lo que cada uno de nosotros
somos.
Cantaba
el grupo gallego Golpes Bajos hace años: “Malos tiempos para la lírica”, como
una premonición de la travesía por el desierto que cruza la literatura en la
actualidad. Un problema que tiene que ver con la crisis de la palabra, que nos
está llevando a la economía del discurso, la pose gestual y la nadería
intelectual. Porque sin palabras no hay
nada. No hay reflexión ni crítica al entorno que nos rodea ni magia que nos
transporte a mundos desconocidos. Sin la palabra, la vida se llena de vacíos
fácilmente rellenables por falsas ilusiones, que nos hacen más dóciles y sencillos
de manipular. El mundo sería menos violento si las palabras fuesen el recurso
de la convivencia y el conocimiento, como antídoto de la mentira.
Las
palabras son literatura, libros en los que se alberga toda la sabiduría de la
humanidad: la buena y la mala. También esos libros nos dan instrumentos para
discernir entre el abanico de opciones que la vida nos pone delante. La
literatura, es la fuente donde deberíamos beber todos, para que el mundo fuese
mejor. Pero, de la misma manera que nos ayuda a ser personas, nos reconforta y
nos solaza. No olvidemos nunca que en los libros se haya la razón y la
sinrazón, la cordura y la locura, la tristeza y la alegría; las emociones en
estado puro. No hay nada más placentero que encontrar en un libro la diversión
que nos ofrecen sus personajes, las vidas de ficción, los mundos imaginados,
las aventuras que jamás podremos tener fuera de las páginas de un libro.
Por
eso, iniciativas como BiblioPort de Burriana son imprescindibles. Personas como
África y Noelia, necesarias para que nunca se detenga la máquina de leer, de
sumergirse en el arcano de la palabra escrita. Porque al final, son las
personas las que impulsan estos proyectos. Las que con su dedicación, hacen que
tengamos un libro a nuestra disposición
siempre que queramos. Y eso, en los tiempos que corren, es de agradecer, y por
qué no decirlo aunque sea Navidad, de apoyar.
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