Publicado en Levante de Castellón el 2 de marzo de 2018
Definitivamente la derecha
económica y patriótica ha pasado de las palabras a los hechos. Después de varias décadas intentando
convencernos de las bondades de los planes de pensiones privados y amenazando
con que no tienen futuro, porque no va a haber dinero, ha pasado a la
destrucción del sistema público de pensiones por la vía directa, que no es otra
que reducir los salarios, para que coticemos menos, ergo cobremos menos
pensión, y convertir la vida laboral de hombres y, sobre todo, mujeres, en una
montaña rusa, que va a hacer imposible
que se tengan cotizados los años necesarios, para tener una pensión digna.
Lo
bueno es que hasta que llego M. Rajoy y su gobierno, que pasará a la historia
como el destructor de la convivencia democrática en España, campeón de la
desigualdad social y de género, todas las invectivas del capitalismo afín a la ultraliberal Sociedad Mont Pelerin
y otros think than apóstoles del
capitalismo salvaje, iban dirigidas hacia las pensiones futuras, con el único
fin de que los trabajadores/as suscribiéramos un plan de pensiones privado, una
operación que suponen una de las mayores transferencias de dinero público a los
bolsillos privados de las grandes corporaciones financieras del mundo.
Pero
el afán depredador del gran capitalismo no tiene límites y tarde o temprano
tenía tocarle el turno a las pensiones actuales. Las escusas vuelven a ser
peregrinas y torticeras: Somos muchos y
no hay dinero para pagar a tantos, que además viven más de la cuenta (ya saben
ustedes: o nos morimos cuando al sistema le va bien o los años que vivamos de
estrambote lo vamos a pasar mal). Blanco y en botella: No tienen intención de meter
más dinero en la hucha de las pensiones.
Otro sí: El dinero de la hucha de
las pensiones no está en una cuenta, sino invertido en deuda. Hasta ahí todo
bien, porque se le sacaba una rentabilidad. Otra cosa es que en el año 2016 los
15.000 MM € que quedaban se invirtieron en deuda pública española con intereses
negativos. Es decir, mientras el gobierno amnistiaba fiscalmente a todos los
chorizos fiscales de este país, se gastaba el dinero del fondo de las pensiones,
que es de todos los trabajadores, en financiar sus políticas de desigualdad,
con pérdidas ya de entrada.
Nos
dicen que no hay dinero para pagar tanta pensión y que, en palabras de M.
Rajoy, tenemos que ahorrar para costearnos las pensiones y la educación de
nuestros hijos. No es una amenaza, está dicho por el presidente del gobierno, y
el mecanismo de más empobrecimiento y desigualdad ya está en marcha. ¿Pero
realmente alguien sé cree que no hay dinero para pagar las pensiones actuales y
futuras? Desde luego, mientras la
derecha liberal (PP, CIUDADANOS y algún sector despistado de PSOE) siga
gobernando, no lo habrá. Así de claro, hay que decirlo, para que luego no
tengamos que rasgarnos las vestiduras. Pero dinero sí hay. Al final es una
cuestión de cómo se reparten los gastos y el peso de los ingresos.
Aquí
está la cuestión. A parte de que los corruptos devuelvan lo robado, que ya
sería suficiente para restituir la hucha de las pensiones; que los ricos y las
grandes empresas paguen impuestos; que se luche con decisión contra el fraude
fiscal y se reorganice la fiscalidad del país, para que todos paguemos según
ganamos y tenemos. A parte de esto y otras muchas cosas, si el gobierno, de
verdad, quiere asegurar un sistema público de pensiones, debería empezar a
mandar al Congreso leyes (aunque esto sea pedirle que nos traigan un trozo de
la luna), que mejoren los ingresos de la Seguridad Social, que es donde está el
problema y no en el gasto.
Hay muchas posibilidades: 1)
Destopar las cotizaciones que los salarios más altos paguen, algo que hoy no
ocurre, por lo que se podría aumentar la cotización en más de 8.500 MM € al
año. 2) Hacer que las empresas sin trabajadores, algunas con pingües
beneficios, coticen a la Seguridad Social. 3) Aumentar los salarios, lo que
tendría un doble efecto: mejorar la calidad de vida de los trabajadores/as y
aumentar los ingresos para las pensiones. 4) Reponer la protección a los
parados, para que desde los 52 años, vuelvan a cotizar sobre bases dignas (es
vergonzoso que el Servicio Público de Empleo Estatal haya tenido un superávit
de 4.000 MM € en los años 2016, 2017). 5) Qué todo el dinero recaudado en
cotizaciones vaya, única y exclusivamente, a pagar pensiones, y no a gastos
extemporáneo que el gobierno se saque de la manga. Seguro que hay más medidas
con las que conseguir aumentar los ingresos, doctores tiene la Iglesia. Y si
no, queda establecer un impuesto específico, que garantice el cobro de unas
pensiones dignas a presente y a futuro.
Por
último. Está claro que mientras gobierne la derecha todo esto son brindis a
sol. Por ello, debemos mentalizarnos de
dos cosas: 1) Es necesario ya una movilización constante de la sociedad, con
los pensionistas a la cabeza, que tenga como único objetivo la salvaguarda de las
pensiones públicas y el aumento del poder adquisitivo de estas. 2) En nuestra
mano: pensionistas, casi pensionistas, jóvenes, hombres, mujeres y
trabajadores/as en general, tenemos la llave, y no es otra que sólo dar nuestro
apoyo electoral a quienes se comprometan a que las pensiones vuelvan a ser un
derecho, que hemos costeado nosotros mismos,
para tener un vida diga y cómoda cuando nos jubilemos.
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