Publicado en Levante de Castellón
Están contentos en el gobierno
por haber conseguido aprobar los presupuestos para este año, nada menos que en
julio, es decir, un año después de ganar las elecciones. Están muy contentos,
porque echan cuentas y, en el peor de los casos, ya no tendrán que negociar con
otros para llegar a las próximas elecciones sin tener que adelantarlas. La poca
calidad de los políticos que se sientan en la mesa del consejo de ministros, y
la de muchos que orbitan a su alrededor, les hace conformarse con poder
aprobar, en toda la legislatura, una ley importante, que, eso sí, les garantiza
aguantar en el poder, que es, en definitiva, la única razón de ser que tienen
el Partido Popular: gobernar, para seguir disfrutando de los beneficios que
otorga el mando. Políticos de segunda fila, que no ven más allá de su horizonte
personal en el ejercicio de la gobernabilidad.
Se
aprueban unos presupuestos que sólo tienen como beneficiarios, además del
propio Partido Popular, a los nacionalistas que les han dado su apoyo. El resto
de la población va a seguir sufriendo las políticas de transferencia de
riqueza, que el gobierno de Mariano Rajoy está posibilitando desde la clase media y
trabajadora, a la clase alta y enriquecida. Para ser más claro, seguirán los
recortes en educación y sanidad pública, igualdad, violencia machista,
infraestructuras, etc., etc., etc. Para todos menos para vascos y canarios.
Aunque, me van a perdonar mi poca confianza en la palabra de Rajoy y dude que
se lleguen a aplicar esos acuerdos. Ya saben, tú firma que yo luego haré lo que
me dé la gana.
Sin
embargo, a pesar de que nos está haciendo
creer que toda la tarea del gobierno se reduce a aprobar los presupuestos
generales del Estado y poco más. La política de un país es mucho más poliédrica
y afecta a más ámbitos que el meramente económico, por muy importante que sea
este. La nula política cultural; la cada vez más preocupante pérdida de
libertades; la política de seguridad ciudadana, que se parece más a un
vigilante jurado de los intereses del gobierno y la derecha; la nefasta de política
de empleo, que están convirtiendo a la clase trabajadora en los nuevos siervos del siglo XXI; la perdida de
presencia de España en el mundo, por desarrollar una política de asuntos
exteriores sometida a las grandes potencias. Podíamos seguir enumerando
problemas que el gobierno no tiene intención de atajar, y mucho menos de
negociar con la oposición. Por no hace referencia al espectáculo bochornoso de
la corrupción que le asfixia cada día más (chismes para Rajoy) y su lamentable
espectáculo de control de la justicia para impedir que sea esta, por
incapacidad de la oposición, la que al final acabe por tener que inhabilitar a
todo un Partido, por corrupto y financiación ilegal.
Pero
Mariano Rajoy, su gobierno y su Partido, saben que aprobados los presupuestos, ya
nadie les va a desalojar del poder, y a la oposición se la va a pasar por el arco
del triunfo. Porque ahora mismo, y a medio plazo, está tan dividida que les
anula para forzar unas nuevas elecciones y mucho menos para conformar una
alternativa de gobierno. Así que, es cierto que los presupuestos les van a dar
aliento hasta el final de la legislatura. Ahora solo tiene que ponerse el traje
de tenista y devolver todas las pelotas que les lleguen desde el Parlamento o
la sociedad.
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