Escrito por José Manuel González de la Cuesta
“Mi padre me enseñó a amar la poesía”, esta es la esencia de puede resumir el nuevo libro de poemas de Amelia Díaz Benlliure: "Tuya es la voz”. Una advertencia que se recoge en la primera línea de la maravillosa introducción que hace Amelia al libro. Porque con la poesía aprendió a leer, a luchar, a ser solidaria, justa y tolerante. Todo eso se lo enseñó su padre, a quien profesa un inmenso amor, como el hombre que marcó su vida y moldeó la sustancia de lo que ella es hoy. Un hombre que vivió, como Amelia nos cuenta, entre dos lugares para el olvido, a los que nadie debería nunca ir: el hospicio, que le vio crecer y el hospital, que le vio morir, para transitar entremedias por la vida como un hombre hospitalario de las injusticias que él y los otros sufrían, y de los sueños que su hija tenía. Y de este reconocimiento al padre nacen los poemas de Tuya es la voz, porque es él quien habla a través de los versos de Amelia; versos poderosos, enérgicos y llenos de luz en la oscuridad de la orfandad por culpa de la guerra, y la soledad hospitalaria de la enfermedad.
No hace Amelia un homenaje a su padre, porque los homenajes tienen algo de distancia, de tributo hacia algo que admiramos, pero que nos resulta externo. Amelia traza el recuerdo de su padre desde sus propias entrañas simbióticas de todo el acerbo paterno que han ido acumulando a lo largo de los años. Y de esta unión surge el grito liberador “Nuestra voz es tu voz……Es tu voz nuestra voz……Tuya es la voz”, que rompe el silencio amartillado por el duelo del recuerdo, de la memoria de una infancia feliz que ella sí tuvo y se le negó a su padre: “Reunidas en un mantel/ todas las hambres”; de las noches de hospital luchando contra la enfermedad, que anuncia como un heraldo de la muerte la despedida: “Avanzaba implacable/el séquito de la muerte./Doscientos/Doscientos dos”.
Por ese dejar que hable él, dejando la ventana abierta para que Amelia, al otro lado del alfeizar se desnude ante el padre con otros versos que nos hablan de sus propios sentimientos, Tuya es la voz es un libro que resulta desgarrador, sin concesiones, escrito con versos muy pulidos y hermosos que llegan al alma del lector, con una pequeña luz, una débil linterna que nos anuncia que no todo está perdido: “Los ojos oscuros del camino/saquearon la luz./Mas tú perduras, inmortal, en lo invisible./Con el rostro sereno del que se sabe/caricia en el pensamiento”. Porque mientras el padre habite en la memoria y en la palabra hecha verso, la esperanza de alcanzar su sueño permanecerá viva. “De cada una de mis palabras,/tuya es la voz”.
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