El único resumen que se me ocurre para despedir el año, es
que la sociedad española está podrida, y cada vez, en su podredumbre, huele
peor. Y no me refiero a que ustedes y yo estemos pútridos; faltaría más. Es la
sensación de que el hedor que emana de las cloacas de unas élites entregadas a
emponzoñar el país en defensa de sus privilegios, históricos y recientes, está
infectándolo todo, hasta el punto de que mucha gente, quizá demasiada, se está
dejando embriagar por este aquelarre de destrucción masiva de la convivencia y
el buen sentido común. Así vemos que hay grupos políticos a los que no les
importa arrastrar al país hasta convertirlo en un erial de tierra quemada; o
que haya jueces, que en su cruzada contra la izquierda, no duden, en nombre de
su independencia judicial, inventarse pruebas, imputados, autorizar registros
inútiles, asediar a familiares de políticos que no les gustan u ordenar
investigar a cualquiera que pase por la calle, con tal de alargar procesos, que
si judicialmente acabarán en la basura mal oliente que genera, en muchas
ocasiones, la judicatura, cumplirán su función de desprestigio mediático.
Incomprensible que después de una de las mayores catástrofes naturales habidas
en España, el Partido que más sube en las encuestas sea el único que ha votado
contra las ayudas de los damnificados de la DANA valenciana; o que en la
Federación Española de Fútbol se haya elegido presidente a un candidato
condenado por prevaricación, lo que dice mucho de la catadura moral de los
miembros de esa federación deportiva, enfermos de una sepsis generalizada de
corrupción. España está podrida, cuando muchos españolitos se han entregado a
las mentiras, las noticias falsas, los bulos, la nigromancia política y el
odio, como si fuesen verdades que van a solucionar los problemas que tiene el
país, sin darse cuenta consciente, que es lo peor, de que los únicos intereses
que van a arreglarse si seguimos por ese camino es el de los privilegiados.
España huela a podrido y el dedo acusador señala a quienes quieren limpiarla de
mierda.
El gran Antonio Machado publicó en 1903, en su libro
SOLEDADES, el poema “He andado muchos caminos”, que reza así en algunos de sus
versos: