De González de la Cuesta
Podemos decir que “El canto del
cuco” de Robert Galbraith es una buena novela policiaca. Está bien
estructurada, con un argumento que no decae en ningún momento y va creando en
el lector un interés creciente en “sostenuto,” hasta una resolución final muy
bien armada. Los personajes están trazados con corrección de acuerdo a la
historia, aunque quizá algo arquetípicos, pero eso en una novela policíaca no
es un desmerecimiento. Narrada en clave muy desenfadada, da un repaso al mundo
de la moda y la alta sociedad londinense a cuenta de la muerte de una supermodelo,
que parece haberse suicidado tirándose por el balcón de su lujoso apartamento.
Insisto, es una buena novela,
que tiene un solo defecto ajeno a ella: que su verdadera autora no es el
supuesto Robert Galbraith, sino J.K. Rowling, y este dato, una vez conocido,
eleva el nivel de exigencia del lector, en la falsa creencia de que una
escritor, escritora en este caso, siempre debe estar a la altura de su obra más
famosa. Aun escribiendo buenas novelas no se le puede exigir a la Rowling que
esté siempre a la altura de Harry Potter, porque eso nos conduciría a hacer una
valoración injusta de su obra.
Pero lo que más llama la
atención de esta novela es toda la historia paralela que ha vivido,
mostrándonos la estupidez del mundo editorial, que sólo apuesta sobre seguro, y
la simpleza de los lectores, que se lanzan a comprar libros por la única razón
de que el escritor es famosa o famosa. Si la intención de Rowling era poder
escribir con libertad, sin la presión de su obra anterior, lo que ha conseguido
de manera indirecta es poner al descubierto una verdad, no por conocida, menos
cierta, que está actuando como una bomba de relojería en el mundo literario. La
propia J.K. Rowling lo dice: “Nos compran porque somos famosos”. Sólo hay que
remitirse a las pruebas. Mientras se mantuvo la autoría de “El canto del cuco”
bajo un seudónimo, que nadie reconocía, solamente se vendieron 1.500
ejemplares, pero cuando, después de irse una amiga de la escritora de la lengua
(por cierto habría que decir mejor una ex amiga, a la que Rowling ha llevado a
los tribunales), y desvelar el Sunday Times la verdadera autoría de la novela,
las ventas se dispararon, y la máquina editorial se puso a trabajar con ahínco
desmedido.
Chascarrillos al margen, merece
la pena leer “El canto del cuco”, talibanes de Harry Potter abstenerse, porque
sea quien sea su autora ha conseguido escribir una buena novela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario