No sé qué decirles. Después de tocar arrebato a todos los
españoles de buena voluntad contra el sanchismo, que tiene al país al borde de
la quiebra, incluso que es culpable de la propagación de la peste porcina, por
no dejar a los cazadores que pongan solución al problema, según el conseller de
Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat Valenciana, Miguel Barrachina,
no parece que la llamada a salvar España de Núñez Feijoo haya tenido mucho
poder de convocatoria. Casi mejor así, porque para escuchar la retahíla de
adjetivos, tantas veces repetidos, del presidente que no quiso serlo y a la
ínclita presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, asegurando que ETA
está preparando el asalto al País Vasco y Navarra, mejor quedarse en casa o en
el bar tomando el aperitivo, que de tonterías y farrucadas, la buena sociedad de
toda la vida, también se cansa.
Lo cierto, es que para tamaña
gesta, 50.000 asistentes no parecen muchos, después de las cifras a las que nos
tiene acostumbrados la derecha, que nunca bajan de medio millón de entusiastas manifestantes.
Uno siempre piensa que los españoles, españoles, tienen muchas ganas de
ajustarle las cuentas al Perro Xánchez, no por el montaje de la corrupción que
PP, Vox y judicatura tienen organizado contra su familia y PSOE, que de eso
casi es mejor no hablar, porque para adalid de corrupciones y corruptelas, ya
está el Partido que pagó su sede con dinero oscuro, sino porque el Perro Xánchez
gobierna de manera que a ellos no les gusta y les rasca el bolsillo y el tronío
de clase. No quiero decir que esté perdiendo fuelle el binomio PP/Vox, aunque
en los últimos tiempos, y para desgracia verdadera del país, el aire sopla más hacia
un lado que hacia otro. Pero desde luego, tanto esfuerzo y griterío para no
llenar ni el estadio Metropolitano, debería hacer pensar a los populares que se
puede estar abriendo una grieta en su estrategia a derecha e izquierda.
Sin embargo, en una cosa voy a
dar la razón a Núñez Feijoo. Desde mi modesta opinión, Pedro Sánchez debería
convocar ya elecciones legislativas. A pesar de que a muchos no nos guste, la
legislatura está agotada, sin posibilidad de avanzar y su dilatación en el tiempo,
lo único que va a provocar es más desafección política, para regocijo de la
extrema derecha, ante la visión de un gobierno incapaz de sacar nada del
Congreso, convertido, además, en gasolina para una derecha echada al monte de
la destrucción democrática, que sólo se la puede frenar desarticulando su discurso
de dictadura sanchista, a la que tan afín son Díaz Ayuso, Abascal, Feijoo,
Tellado y compañía.
Es cierto que van a quedar en el
tintero del gobierno muchas iniciativas, pero no es menos cierto, que conforme entremos
en periodo electoral, Junts va a endurecer su discurso, tan afín al PP, por sus
problemas con la extrema derecha, y Podemos, en ese intento desesperado de salvar
algún mueble o captar votos del desaliento aburguesado del 15-M, va a hacer
cada vez más difícil que el gobierno pueda aprobar cualquier Ley. Sin embargo, la
única manera de que las fuerzas progresistas tomen aliento y salgan de la
apatía que se va instalando en su espíritu, ante la incapacidad del gobierno de
sacar la cabeza del lodo que ha convertido la derecha del Partido Popular y Vox
la política española, es convocar elecciones y que los españoles decidamos, a
pesar del miedo que nos provoque esa decisión.
Es en una campaña electoral donde
la izquierda tiene que descubrir ante los electores cómo ha cambiado España y
sus vidas, desde que ella y los progresistas gobiernan. Explicar qué medidas faltan por aprobar,
y qué sería necesario para poder aprobarlas, con firmeza, y exigirle al Partido
Popular que enseñe su programa. Obligar a Núñez Feijoo a retratarse ante los
españoles y decirles si las leyes que han favorecido a los trabajadores y
trabajadoras, las va a respetar o las va a derogar. Exigirle que diga si se va
a plegar a los disparates medioambientales y contra la mujeres de Vox, como ha
hecho en Valencia. Si va a derogar las leyes que protegen a los más desfavorecidos,
como el SMI, o va a volver a rebajar las pensiones. Es en ese regate corto de
una campaña electoral, donde todo el mundo tiene que retratarse sin posibilidad
de esconderse bajo epítetos gruesos, bulos y mentiras. ¿Qué va a pasar con la
sanidad, la educación, los servicios sociales, la dependencia, los impuestos,
las infraestructuras, la igualdad, la protección del medio ambiente, la violencia
de género, la vivienda, la política energética, la inmigración, el respeto a
las minorías, la política internacional, la cultura, la memoria, el estado de bienestar,
etc., etc., etc.? Eso es lo que nos debe interesar y a lo que deben responder
los partidos, sin esconder la cabeza.
Acabar con esta legislatura ahora sería lo más inteligente
y lo más democrático, una vez que ya no tiene recorrido, incluso si nos pone a
los españoles ante el espejo de qué queremos ser como sociedad: si abierta,
tolerante, con la mirada puesta en el progreso y el futuro, o cerrada,
intransigente, desigual, con la mirada puesta en la nostalgia de un pasado que
fue todo, menos bonito.

No hay comentarios:
Publicar un comentario