lunes, 1 de diciembre de 2025

¿Y si convocar elecciones no fuera tan mala idea?

 


No sé qué decirles. Después de tocar arrebato a todos los españoles de buena voluntad contra el sanchismo, que tiene al país al borde de la quiebra, incluso que es culpable de la propagación de la peste porcina, por no dejar a los cazadores que pongan solución al problema, según el conseller de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat Valenciana, Miguel Barrachina, no parece que la llamada a salvar España de Núñez Feijoo haya tenido mucho poder de convocatoria. Casi mejor así, porque para escuchar la retahíla de adjetivos, tantas veces repetidos, del presidente que no quiso serlo y a la ínclita presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, asegurando que ETA está preparando el asalto al País Vasco y Navarra, mejor quedarse en casa o en el bar tomando el aperitivo, que de tonterías y farrucadas, la buena sociedad de toda la vida, también se cansa.

                Lo cierto, es que para tamaña gesta, 50.000 asistentes no parecen muchos, después de las cifras a las que nos tiene acostumbrados la derecha, que nunca bajan de medio millón de entusiastas manifestantes. Uno siempre piensa que los españoles, españoles, tienen muchas ganas de ajustarle las cuentas al Perro Xánchez, no por el montaje de la corrupción que PP, Vox y judicatura tienen organizado contra su familia y PSOE, que de eso casi es mejor no hablar, porque para adalid de corrupciones y corruptelas, ya está el Partido que pagó su sede con dinero oscuro, sino porque el Perro Xánchez gobierna de manera que a ellos no les gusta y les rasca el bolsillo y el tronío de clase. No quiero decir que esté perdiendo fuelle el binomio PP/Vox, aunque en los últimos tiempos, y para desgracia verdadera del país, el aire sopla más hacia un lado que hacia otro. Pero desde luego, tanto esfuerzo y griterío para no llenar ni el estadio Metropolitano, debería hacer pensar a los populares que se puede estar abriendo una grieta en su estrategia a derecha e izquierda.

                Sin embargo, en una cosa voy a dar la razón a Núñez Feijoo. Desde mi modesta opinión, Pedro Sánchez debería convocar ya elecciones legislativas. A pesar de que a muchos no nos guste, la legislatura está agotada, sin posibilidad de avanzar y su dilatación en el tiempo, lo único que va a provocar es más desafección política, para regocijo de la extrema derecha, ante la visión de un gobierno incapaz de sacar nada del Congreso, convertido, además, en gasolina para una derecha echada al monte de la destrucción democrática, que sólo se la puede frenar desarticulando su discurso de dictadura sanchista, a la que tan afín son Díaz Ayuso, Abascal, Feijoo, Tellado y compañía.

                Es cierto que van a quedar en el tintero del gobierno muchas iniciativas, pero no es menos cierto, que conforme entremos en periodo electoral, Junts va a endurecer su discurso, tan afín al PP, por sus problemas con la extrema derecha, y Podemos, en ese intento desesperado de salvar algún mueble o captar votos del desaliento aburguesado del 15-M, va a hacer cada vez más difícil que el gobierno pueda aprobar cualquier Ley. Sin embargo, la única manera de que las fuerzas progresistas tomen aliento y salgan de la apatía que se va instalando en su espíritu, ante la incapacidad del gobierno de sacar la cabeza del lodo que ha convertido la derecha del Partido Popular y Vox la política española, es convocar elecciones y que los españoles decidamos, a pesar del miedo que nos provoque esa decisión.

                Es en una campaña electoral donde la izquierda tiene que descubrir ante los electores cómo ha cambiado España y sus vidas, desde que ella y los progresistas  gobiernan. Explicar qué medidas faltan por aprobar, y qué sería necesario para poder aprobarlas, con firmeza, y exigirle al Partido Popular que enseñe su programa. Obligar a Núñez Feijoo a retratarse ante los españoles y decirles si las leyes que han favorecido a los trabajadores y trabajadoras, las va a respetar o las va a derogar. Exigirle que diga si se va a plegar a los disparates medioambientales y contra la mujeres de Vox, como ha hecho en Valencia. Si va a derogar las leyes que protegen a los más desfavorecidos, como el SMI, o va a volver a rebajar las pensiones. Es en ese regate corto de una campaña electoral, donde todo el mundo tiene que retratarse sin posibilidad de esconderse bajo epítetos gruesos, bulos y mentiras. ¿Qué va a pasar con la sanidad, la educación, los servicios sociales, la dependencia, los impuestos, las infraestructuras, la igualdad, la protección del medio ambiente, la violencia de género, la vivienda, la política energética, la inmigración, el respeto a las minorías, la política internacional, la cultura, la memoria, el estado de bienestar, etc., etc., etc.? Eso es lo que nos debe interesar y a lo que deben responder los partidos, sin esconder la cabeza.

Acabar con esta legislatura ahora sería lo más inteligente y lo más democrático, una vez que ya no tiene recorrido, incluso si nos pone a los españoles ante el espejo de qué queremos ser como sociedad: si abierta, tolerante, con la mirada puesta en el progreso y el futuro, o cerrada, intransigente, desigual, con la mirada puesta en la nostalgia de un pasado que fue todo, menos bonito.        

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