domingo, 28 de mayo de 2017

El Talón de Aquiles de Pedro

         
                                                                                         Imagen: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón

“Alea iacta est”. Con esta frase, Julio César puso en manos del destino el futuro de Roma al cruzar el río Rubicón con una de sus Legiones. Para lo bueno y para lo malo, la suerte estaba echada y Roma ya no volvió a ser la misma, aunque todavía le quedaban varios siglos de ser la gran potencia mundial que pasó a la Historia.
                 El domingo pasado otra suerte se ha puesto en liza, salvando todas las distancias históricas y temporales, en el socialismo español. Esta vez, mucho menos incruenta que la guerra civil que asoló Roma tras el golpe del procónsul César, y más democrática, todo hay que decirlo, pero no exenta de parecerse a una guerra civil, políticamente muy cruenta, que va a dejar muchos cadáveres, en el sentido figurado, tirados en la cuneta. Porque lo vivido en los últimos tiempos en el PSOE, en donde las élites del Partido han tensado tanto la cuerda para hacerse con el poder, ha creado una fractura tan grande, que difícilmente va a poder coserse y sanar, salvo que pudiera alzarse con el poder del gobierno, situación que no cura, pero es un bálsamo que evita que las heridas supuren. Y ahí es donde va a estar su Talón de Aquiles.
                Unas primarias en un país como España, de filias y fobias, que con facilidad se convierten en el modus vivendi modus subsistendi de muchos, corren el riesgo de convertirse en un enfrentamiento fratricida, sino no están muy controlados los daños producidos por la artillería durante las semanas de enfrentamiento. Meterse en una guerra pensando en aplastar al enemigo si se vence, no tiene ningún resultado positivo, más bien destruye la convivencia en la comunidad, forzando a quien gana a tener mano dura contra cualquiera que trate de levantar la cabeza contra el vencedor.
                Me van a disculpar tanto símil bélico, pero la sensación que le queda a un ajeno al Partido Socialista es que no se ha planteado el debate en torno a unas ideas y unos candidatos, que aspiraban a convertirse en líderes del Partido, sino que hemos asistido a un conflicto con tanta beligerancia, que recuerda, excesivamente, a otros tiempos, en los que había que destruir al enemigo para empezar un tiempo nuevo.
                Pero el nuevo PSOE, como decía antes, tiene un Talón de Aquiles, y es que ya no va a ser el Partido hegemónico de la izquierda, ya no va a poder alternarse en el poder con la derecha, como lo ha venido haciendo desde la Transición. Porque el Partido Socialista surgido en Suresnes, el que fue capaz del fagocitar en la Transición al resto de socialismos patrios, ha pasado a la historia, con sus luces y sus sombras, y ya es carne de los libros de texto.
                El nuevo secretario general, tiene que ser consciente de dos cosas: la primera que la socialdemocracia ya no es válida para abanderar la izquierda, simplemente porque la sociedad ha cambiado y aquella no ha sabido adaptarse a esos cambios; y la segunda, que como consecuencia de esa derrota, está surgiendo otra izquierda, con la que va a tener que compartir el poder, si es que algún día, ambas izquierdas son capaces de entender esto y ponerse de acuerdo para gobernar.

                 Difícil tarea tiene Pedro Sánchez, con un Partido roto y una sociedad que ya no tiene en él el referente mayoritario de la izquierda. Si no abandona los coqueteos con el neoliberalismo, que muchos dirigentes de su Partido mantienen; si no se desmarca de todos aquellos que han entendido el PSOE como un aparato de poder y medro personal, cada vez más distanciado de la militancia y la ciudadanía; si no es capaz de resituar a su Partido en el  nuevo contexto político del país y la izquierda, no viendo a Podemos como el enemigo a batir, antes que a la derecha, estas primarias sólo habrán servido para despeñar más rápido al PSOE por el abismo. Y eso no es bueno, ni para la izquierda, ni para el país.  En cualquier caso, enhorabuena a Pedro Sánchez y a todos los que han creído en el PSOE que la utopía del cambio es posible, incluso con todas la élites del poder en su contra.

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